Sí, ha comenzado septiembre. Aunque para mí está siendo un poco raro. Es mi mes favorito pero este año le tengo un poco de respeto. Siempre me ha encantado eso de comprar lápices y bolis nuevos, y las botas para el invierno, (aunque no las use hasta noviembre). Pero este año estaba (estoy) «asustailla» de que llegara septiembre. Porque, ¿dónde se ha ido el año?, ¿qué es eso de Nueva Temporada?, ¿campaña de Navidad? Planes y más planes. Una presión tremenda. Yo no sé cómo puede vivir tranquilo Amancio Ortega, la verdad. (Bueno, sí lo sé, él ya pasó esta fase hace tiempo).
Al menos en mi mente aún es verano, porque hasta que no se pasa la feria de mi pueblo, no se acaba. Así que yo sigo poniéndome chanclas y comiendo helados hasta casi finales de mes. Aunque pase la feria en Madrid, mentalmente sigue siendo verano y punto. Además quien sabe, a lo mejor me da tiempo todavía a ponerme un poco morena, aunque sea sólo para que los polvos de sol no hagan tanto contraste cuando me maquillo. Porque la realidad es que sólo he ido una tarde a la piscina. Yo creo que estoy más blanca que cuando comenzó el verano. Es difícil, lo sé, pero bastante probable: sólo he salido de casa para hacer la compra, para ir dos fines de semana al pueblo (con protección solar del 50 y sombrero, por supuesto) y el día de la piscina. Eso es todo. Ese ha sido mi mega-verano. Pero interiormente me lo he pasado muy bien, gracias a mis supernovias, hermanas y amigas de novias y locas de Shakespeare que me han hecho viajar por media España y casi medio mundo, (y que contaré próximamente). Estoy muy agradecida por ello, han sido mi salvación este verano, junto con los viajes del Discovery Channel y el Canal Cocina. En todo lo demás ha sido un verano casi, casi desastroso… pero de todo ello he aprendido unas cuantas lecciones. Y de las importantes.
Por ejemplo, he aprendido que no soy superwoman. Ja! Parece una cosa obvia, pero no, cuesta aprenderla. Este año ha sido brutal: cómo ha comenzado todo, lo rápido que ha ido creciendo, todos los cambios, adaptarte a ellos, continuar adaptándote, (incluso de mentalidad), uffff… Ha sido todo vertiginoso y tenía que haber parado. Este verano tenía que haber parado y no lo he hecho. Aquí el en blog sí, porque si no reventaba, pero la maquinaria de detrás ha seguido funcionando a toda marcha. Se me ha juntado el trabajo, el «adónde voy», el cansancio, la no-vida, cosillas familiares… Y al final se me ha ido de las manos y he explotado. Sobre todo conmigo misma, aunque sea difícil de explicar. No soy superwoman y ya he aprendido (definitivamente) cuándo parar, incluso en el día a día. Me he puesto como norma, salir de casa una vez al día (más allá de la frutería de la esquina), y desde el viernes pasado lo estoy cumpliendo. (Bravo por mí)
Otra cosa que he aprendido es que la crisis de los 30 sí me ha afectado. Yo pensaba que eran todo habladurías y post entretenidos y no, es completamente cierto. Me di cuenta hace poco mientras veía Sonrisas y Lágrimas. Resulta que, de repente, encontré atractivorro al Capitán Von Trapp. (¡Incluso cuando empezó a cantar!). He pasado de idealizar a Robert Pattinson a un señor con traje de los años 40. ¡Toma ya! Para contrarrestar, Novio me ha buscado una serie americana «rarilla» de chicos de instituto, y la verdad es que está bastante bien. Los chicos en la vida real tienen veintelargos, lo que es un buen término medio. Y además me río mucho cuando comparo las situaciones con las de mi «época».
Y siguiendo con «Cosas que aprendes a los 30, definitivamente», una cosa más que he aprendido es a tener, por fin, tolerancia cero con las tonterías. Por tonterías podemos entender cosas como: dimes y diretes varios, para cuándo la boda, para cuándo el niño (y la niña), para cuando el piso, para cuando la vida, y el mejor de todos… para cuando un trabajo «normal». Bien, cuando pasas los treinta creo que el cupo de paciencia disminuye bastante y ante estas situaciones he optado por ponerme una vez «colorá» que cientos amarilla (como dice mi madre). Porque es muuuyyyy cansino escuchar todoooo el rato lo mismo y una está ya hasta las narices. Todo eso lo he aprendido también este verano, después de varias jornadas intensivas de «organización de vida» por cuenta ajena. Sólo se lo permito a mi abuela, porque claro, es mi abuela. La última vez que estuve allí me dijo: «A ve’, niña,… es que si no estáis casados no tiene gracia». Todavía estoy reflexionando sobre ello.
Y con estas lecciones aprendidas (y unas cuantas más), empiezo septiembre. Así, sin más. Sin propósitos importantes, (aunque el de hacer abdominales y dormir más siguen ahí) pero con las cosas mucho más claras. Y sobre todo, con la mente bien despejada para lo que venga, porque cada día es una aventura, aunque lo pases entre las cuatro paredes de tu estudio. Y te las iré contando, porque no sabes lo que he echado de menos esto, estar aquí escribiendo y «hablando» contigo.
Feliz 2 de septiembre a todas y todos.
p.d. Tengo muchos novedades para este mes, pero tranquilidad, que esto ha sido sólo una bienvenida después de una larga ausencia.
Mar
02/09/2015Bienvenida, pues 🙂 Yo me he dado cuenta que con cada año que pasa aguanto menos las tonterías y las pérdidas de tiempo, ahora sólo me falta aprender a decir que no sin sentirme culpable por ello y ya será genial 😛
Encantada de volver a leerte, Marian
Sira
03/09/2015Bienvenida!!! Por aquí te hemos echado mil de menos.
Eres única y lo sabes!!! Y un ole por todas las cosas aprendidas que al final son pautas para ser más feliz.
Mil millones de besos!!!
Sonia - Pacto de Tres
03/09/2015Bienvenida, te echábamos de menos. Mi verano también ha sido algo pocho pero intenso de igual modo y creo que el tuyo lo has aprovechado bastante bien, aunque sea encerrada en tu estudio pero con la cabeza en marcha. Olvida los dimes y diretes y responde por la tangente a las preguntas incómodas, a mi me encanta tu trabajo anormal.
Mucho ánimo en esta nueva temporada, espero pronto un desayuno, más allá de la esquina de la frutería. Un beso