Qué zapato quieres ser

las mujeres felices son las mas bonitas

Hace justo un año estaba escribiendo mi primera entrada en el blog. No sabía bien qué contar, las fotos eran una birria porque salían deformadas (y no tenía ni idea de cómo arreglarlo). Y además, estaba más nerviosa que un flan. Y era para estarlo, claro. Una no se pone todos los días a contarle sus aventuras al mundo. Pero recuerdo que lo que más tenía era inseguridad. Bueno, ahora también. Cada vez que empiezo una historia tengo como un gusanillo en el estómago… Pero ahora es diferente y es gracias en parte a una personita…

Hace poco Hello Marielou escribió un post precioso sobre sí misma y sobre esta persona, que me tocó la fibra. Y es que la inseguridad a veces te hace creerte menos de lo que eres. Y es normal, una, a pesar de ser adulta, ha tenido su «poquito bullying» por ser gordita (como me dijo hace poco una amiga mientras nos partíamos de risa), una adolescencia «regulinchi» y una madurez en la que no encajas demasiado bien… Es como las pelis americanas, te crees que la que tiene «derecho» a ser la mejor tiene que ser la de las piernas largas y la melena ondulante al viento.

¡Error! Eso fue lo primero que aprendí con ella en uno de sus talleres, cada una es bonita porque sí. Cada una tiene algo especial que contar. Cada una tiene su propio estilo y es tan bueno como el de la Beyoncé (o más incluso, por qué no). No es que fuera escondiéndome por las esquinas claro está, pero siempre queda algo ahí, en el fondo, que cuando decides hacer algo importante te frena con pensamientos como «¿Pero quién va a querer leerme a mi? ¡si yo no tengo nada que contar! ¡Si no soy interesante! ¿Quién soy yo para hacerlo?»

Cuando fui a uno de sus primeros talleres estos pensamientos desaparecieron junto con otras cuantas costumbres personales de los 90. Y es que Andrea Amoretti no te enseña sólo a cuidar tu estilo «exterior», sino sobre todo, el interior. Puedes pensar que es superficial pero no. Es todo cuestión de confianza y eso hay que tenerlo por dentro y por fuera. El año pasado por ejemplo, me compré mi primer mono (de vestir, se entiende). Siempre había pensado: «Uy, yooo, con esooo! Nooo, a mi eso no me pega». Pues me equivocaba. Me quedaba muy bien. Tanto, que salí de la tienda como la Budchen pero en versión amateur. Parece una tontería pero no lo es, y más cuando desde siempre te han dicho de cualquier prenda que «eso no te pega» o «eso no puedes ponértelo tú». Son como pequeñas conquistas.

Pues lo mismo me pasó con el blog, al principio pensaba que esto no era para mí, que quien me iba a leer, bla bla bla… Y mira, aquí estoy hoy y aquí estás tú, leyendo mis historias. Y ese «quién soy yo» ha pasado a ser «porque soy yo, tengo que hacerlo». Y tan pancha además, disfrutando. En bata-chándal eso sí, pero incluso así, divina porque mi bata es «muu bonita».

Como este día es bastante especial para mí, quería hacer algo para celebrarlo contigo, (además de este post que me ha costado «un pelín» escribir). Como una fiesta a lo grande con bizcocho y confetti no puede ser,  he pensado hacer un sorteo, pero uno sencillo, a partir de una pregunta…

SI FUESES UN ZAPATO…¿CUÁL SERÍAS? (Y por qué)

Puedes contarme sobre ello en los comentarios. De entre todos todas las respuestas, un comité de expertas de estilo natural y propio seleccionaremos una, y esa persona tendrá sus zapatos con su propia historia. Los zapatos rosas, pero con su historia, únicos y exclusivamente para ti.

¿Te animas? 😉