Lo confieso, a veces tengo penica de mis novias. Muchas veces pienso: “Madre mía, pobrecita la que le van a liar. Si estuviera en su lugar lloraría a moco tendido, me pondría echa un cuadro y adiós día de belleza absoluta. (¡Ufff! ¡Yo! Que me suelo limpiar con la manga cuando nadie me ve”). Imagínate que ya ha pasado la ceremonia, ya has pasado la fase de lagrimillas y emociones a tutiplén y estás disfrutando tan ricamente del convite. Cuando de repente, vienen tus cuatro amigas del instituto y te dan un sorpresón, te leen algo en plan «tal cómo éramos» y se ponen a bailar La gozadera mientras te dan regalos. No sé qué debió de pensar Silvia (la novia) en ese momento, pero seguro que lloraría a moco tendido también.
La verdad es que sus amigas se lo curraron un montón. Fue Patricia la que se puso en contacto conmigo y me contó un poco su historia. Cinco amigas que se conocen desde el instituto: Cristina, la responsable del grupo, la que se lo piensa dos veces pero al final se apunta a todo; Tamara, la que habla por los codos y te hace sonreír con su ocurrencias; Patri, la “it girl” sin pelos en la lengua; Cris, fiel seguidora de Chanel con carácter de “no me toques las narices” (como la misma Chanel, vamos); y la novia, Silvia, la sargento de corazón blandito. Cinco chicas que no tienen nada que ver entre sí, pero que por cosas del destino llevan catorce años siendo amigas. Y lo que les queda además, porque a pesar de tener trabajos completamente diferentes, familias, vida, etc. siempre logran encontrar esos ratos de chicas. Momentos de risas, llantos, las dos cosas juntas, simplemente hablar o simplemente estar. Que es de lo que trata la amistad.
Y eso es lo que querían reflejar en los zapatos, las iniciales de todas ellas, para recordar las mil y una locuras juntas. Y un “Desde hoy y para siempre”… porque Silvia es la primera amiga en casarse, pero todavía quedan muchos ratos juntas. Muchísimos.
Y esta es la historia de “las cinco”, de “mis cinco”.
p.d.: Silvia, enhorabuena por esas grandes “damas de honor”. Espero que esos zapatos os acompañen en muchos de vuestros “ratitos de risas”